Dios los cría...
- La Maca Ve
- 23 feb 2022
- 2 Min. de lectura
Quiero pensar que no somos seres ególatras detrás de algo, ya sea dinero, iluminación, fama, redención, amor, entre otras cosas, pero la realidad de los hechos muestra su diferencia.
La naturaleza humana da para un estudio complejo, somos seres que formamos una simbiosis parasitaria con otros para obtener algún beneficio consciente o inconscientemente, algo de satisfacción y nos cegamos por aquella idea, la utopía de tener delectación; y con esto no hablo tan solo de los beneficios materiales, me refiero a aquello que nos reporta en la inmediatez placer.
Buscamos a través de nuestras heridas infantiles algo que pueda reparar eso que nos ha sido negado desde el principio, buscamos por fuera lo que debiera ser creado en nuestro interior.
Condenamos fácilmente a quien muestra con su mejor rostro la verdad de sus intenciones, pero, somos complacientes con aquellos que nos entregan una hermosa mascara de fantasía con ese brillo que encandila la vista, nos gusta ser fácilmente engañables porque así no debemos hacernos cargo de la realidad, se puede culpar a otros por lo que nos hicieron o dijeron.
En esta sociedad nos encanta crear el papel de victimas porque es sencillo que las personas de nuestro alrededor empaticen con esto, aquello crea un bucle donde es muy fácil acomodarse instaurando un ser humano rescatable, y es aquí donde aparece en escena el personaje salvador, la figura que necesita rescatar a esa persona carente de algo que sabe le hace falta y que no tiene consciencia sobre las heridas que debe sanar. Estas representaciones rescatador y rescatado son clásicas y se pueden aplicar a todos los modelos sociales conocidos.
Alguien una vez me dijo que el secreto de crear adultos sanos es criar hijos a los cuales entregarles traumas emocionales básicos, puesto que de esta forma se facilitaba que ellos como adultos pudieran deshacerse de sus propios conflictos. No encontré errores en su lógica ya que todos y cada uno de alguna u otra manera hemos sido heridos en la infancia, unos más que otros y cuando tomamos esa conciencia comprendiendo desde donde viene esa inseguridad, esos celos, esa frialdad, entre otras emociones. Cuando logramos hacer “carne” aquello, comienza el proceso de sanación natural.
Cada persona atrae la herida emocional que carga a través de su pareja, de su otro yo, esto no es algo nuevo ni he descubierto la penicilina, solo hago evidencia algo que estamos empecinados en negar y en reconocer porque como victimas nos quedamos en el estatus quo de lo cómodamente conocido. Con lo anteriormente expuesto tampoco quiero seguir agregando peso al manto de víctima, las hay, por desgracia de crímenes violentos, de situaciones insoportables, solo quiero que se comprenda desde la vereda del frente, que cuando abrimos los ojos y podemos dar cuenta de la posición en la que nos estancamos podemos salir de aquello produciéndose una transformación impresionante, sin embargo, si no hay un trabajo emocional, en el futuro es fácil caer en el papel de verdugo justiciero sangrando sobre personas que no nos hirieron.

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