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Eco Revolucionario.

  • Foto del escritor: La Maca Ve
    La Maca Ve
  • 10 mar 2019
  • 3 Min. de lectura



Hay comentarios hoy en día que hacen bastante ruido en mi cabeza, son preguntas que tal vez para mí resulten no tan sencillas de explicar, aunque tengan una razón bastante simple en su raíz. Por ejemplo, ¿Por qué una mujer no puede viajar sola?, en mi experiencia personal, después de muchos años siendo la “Señora bien portada”y derribando prejuicios arcaicos desde mi propia conciencia lo hice. No estuve exenta de comentarios como: “Esta se va a puro maraquear” (putear), “Lo más probable es que trafique droga”, “Dejo a sus hijos solos, es una mala madre” ¡uf! Este fue el más fuerte y el que más dolió.

Soy cazada, no está escrito con falta de ortografía leyó muy bien, está bien escrito cazada del verbo cazar (Esto es materia para otro momento), tengo hijos dos bastante grandes y uno pequeño. Mujer promedio normal, en la mitad de mi vida, sin problemas aparentes, mujer tranquila, de su casa… ¿Qué podría incomodar?, normalmente simple.


Desde que tengo uso de razón las reglas estaban claras, la mujer debe ser la que se preocupa por todo, debe saber administrar su casa, su familia, mantener contento al esposo, no dar problemas, los hijos deben ser perfectos, en el colegio, en la familia, preocuparse del aseo, aunque trabaje como bestia fuera de casa, el deber es tener todo inmaculado dentro del hogar. Los hijos deben ser criados como si no trabajara, pero debo producir como si no tuviera hijos… O sea ¡para ya por favor!, es una presión ¡enorme!, la sociedad nos alimenta desde pequeñas que debemos tener una aspiración en la vida, ser profesionales (pero buenas madres), ser mujeres trabajadoras (pero excelentes dueñas de casa), ser libres...¡pero sin pensamiento propio!.


Siempre escuche “Tienes una suerte, tu esposo te ayuda mucho en el hogar”… Me ayuda mucho en el hogar, (por favor léame con tono irónico), queda resonando en mi cerebro y se repite constantemente, una y otra y otra vez, mientras un gruñido de ira contenido pelea por salir desde mis entrañas, mis manos se empuñan y aprieto los dientes. ¡NO!, no corresponde, grita mi cerebro en un ladrido iracundo encendiendo las alarmas. Hay que entender que en las verdaderas parejas nadie ayuda a nadie, el trabajo es en conjunto, colectivo y participativo. En un lugar donde viven un grupo de personas los más pequeños, en este caso los hijos, quedan a cargo de los padres, y ambos deben ser pro activos en cuanto a la crianza y orden en el estilo de vida que lleven. A no ser que sea una familia uniparental, donde solo exista uno de los padres viviendo con los chicos, lo que no es excusa para que el otro se desentienda de las responsabilidades que le competen, en cuanto a crianza y manutención en caso de divorcio o separación.


Se lee muy bonito, ¿cierto? muchas personas hasta estén de acuerdo con este tipo de pensamiento, sentirán que está acorde a los tiempos en los cuales vivimos y que es un deber casi moral, sintiéndose muy “Proge”, pero este estilo de vida se aplica para “otras familias, no la propia”. Por lo menos en esta larga y angosta faja de tierra que es Chile, somos campeones para pensar y decir una cosa y no aplicarla en la vida propia.


Las razones del despertar han sido muchas, cada una de nosotras lleva dentro una pequeña semilla de “¿qué pasaría si?”, en algunas mujeres nunca germina, en otras germina a temprana edad y en otras (como yo) se demora un poco más, pero una vez que germina, su crecimiento no tiene límites. Una mujer que piensa asusta porque es impredecible, su potencial de crecimiento es infinito y representa una amenaza a las leyes establecidas en la sociedad. No es casualidad que ganemos menos, que no tengamos tanta representación en la política o que la carga impuesta sea mayor a la que podamos soportar, es así por la sencilla razón de que al momento de unir nuestra fuerza, podríamos cambiar muchas cosas en la sociedad y en el mundo, (guerras, hambrunas, desigualdad), pero nos mantienen ocupadas dispersando nuestra atención en lo que supuestamente necesitamos y no en lo que realmente importa.


Con esto no quiero decir que es una lucha de mujeres versus hombres, es una lucha de conciencias, de seres humanos por mejorar como especie y sociedad. No debemos tener miedo a “dejar germinar nuestra semilla”, no nos ataquemos unas a otras, no perdamos el foco, pensemos siempre que para hacer el cambio debemos unir nuestras fuerzas, dejar de lado egos arcaicos y prejuicios añejos, para que realmente podamos avanzar en igualdad de condiciones.

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