Existencialmente Féni(z)

Morir y nacer son dos condiciones que duelen: Morir duele porque significa que nos apegamos a lo que fuimos y lo que creímos ser, llenando esos vacíos existenciales con momentos rimbombantes, perdiendo el don de oír el sutil murmullo del silencio. Nacer en cambio duele cuando anhelamos tener algo que no conocemos y nos concentramos en esa carencia, sin darle mayor importancia a las experiencias divinas, ¿quien es el artífice de ese dolor? Míster Ego.

Es necesario eliminar el ego para renacer con el brío energético que entrega está nueva forma, abrir los ojos a lo desconocidamente conocido, observando desde otra perspectiva, desde otra forma, con una mente en blanco como si de un lienzo se tratara. Cada trazo de pintura, cada marca de lápiz sería una forma de crear la mejor obra de arte, nuestra propia y valiosa pieza de museo, pudiendo llegar así al fin de nuestra existencia con la mejor colección pictórica de la cual sintamos orgullo.

A veces necesitamos morir a todo lo conocido, desaparecer entre cenizas y brazas mientras se extingue lo que somos. De aquello queda una exigua sombra de lo que fuimos, un eco vibrante en el ocaso del tiempo, desde donde el renacer logra ser una valiosa experiencia.