Paraíso escondido

Se me cayó todo el constructo mental que medianamente logré salvaguardar durante mi vida, he logrado identificar cada una de los engramas que me acompañan desde mi más tierna infancia, aquellos que me hacían estar en alerta, en crisis, en lucha constante.

Estoy reteniendo las lágrimas, no por el hecho de sentirme mortificada o

compasiva, sino porque estoy anonadada, con el mismo sentimiento de nockout que experimenta el boxeador sobre la lona del ring. Sostengo el llanto porque aún así como estoy me queda ese orgullo de mierda del cuál aún cuesta despegarse.

Aprendí desde temprano que el amor es dolor y con ello mientras más dolor existe más verdadero es el amor ¡y no es así!, A mis casi cincuenta he aprendido que toda la vida he estado equivocada, que el poder omnipotente de querer cambiar el mundo, obedece al terror omnipresente de perder el control que gobierna mi interior, no quise verme al espejo durante años porque es más fácil arreglar lo que está afuera, que sentir ese vacío dentro .

Me he esforzado por ser la mejor, la lista, la que no da problemas, luego aprendí que hay que mantener las apariencias, que las señoras se comportan y cuando ya no pude representar ese papel me transformé en musa, en diosa inalcanzable con todo lo que eso implica.

En la necesidad de ser cazadora, con el ímpetu de representar el papel de ser deseada me perdí, no supe quien era, lo que me llevó a navegar en aguas turbias vagando sin tiempo, sin rumbo, tratando de aferrarme a lo que fuera para reconocerme, y como era de esperarse nunca me encontré.

Estoy recogiendo los despojos de mi alma fragmentada, reconociendo que mi enfermedad es la omnisciencia.

No quiero cargar el peso del mundo, ya no quiero arreglarle la vida a nadie, quiero seguir experimentando esa paz que me da el saber quién soy, que es lo que quiero. El saberme amada desde lo tangible ha hecho que pueda comprender que soy digna de amor, ¡todos lo somos!, sin embargo en mayor o menor medida lo olvidamos y hacemos cualquier cosa con tal de recibir solo migajas de cariño y atención, yo no lo sabía, hasta ahora.

Y como yo, hay muchas aún que no comprenden el porqué de sus relaciones fallidas, difíciles, complejas o tormentosas. El amor es serenidad, es sentir paz en el interior, es alegría y sobre todo es saberse completa, sin la necesidad de cambiar nada de lo que afuera hay, porque la armonía fluye desde dentro reflejándose en el exterior.

Hoy puedo decir que me siento muy amada, por mi y por los que me rodean.