Pañuelos verdaderamente verdes

¿Cuánto vale la integridad de un niño? Somos seres que nos escandalizamos con los hechos ocurridos en el noticiero principal, pero miramos a otro lado cuando vemos a un niño vendiendo flores en la calle, una niña prostituyéndose en la esquina o un adolescente con sus ojitos perdidos en la droga. Somos esa sociedad que vocifera a los cuatro vientos que maten a los delincuentes, pero no hacemos nada cuando miramos a un niño vulnerado, física, psicológica, emocional, social y económicamente. Gritamos "Ley de aborto" total la que aborta no soy yo, es otra, y nadie de los que aquí leemos hemos sido arrancados del útero de nuestras madres. Sin embargo tal vez y esto resuena en mi cerebro, he vivido en carne propia el aborto de mi padre; este al saber de mi existencia y no darle importancia hizo de mi mundo un monumento al auto rechazo, he sido abortada de una sociedad en donde la meritocracia es más condescendiente con aquel que es hijo/a "de", sin importar cuánto me esfuerce en demostrar logros académicos, no tengo un apellido que tenga una infinidad de erres entre medio. He sido abortada en relaciones donde entregué hasta el alma recibiendo a cambio solo migajas, he abortado sueños y asesinado esperanzas. Todos abortamos de alguna u otra forma y nos espantamos cuando el aborto es realizado en el cuerpo de una niña o una mujer. Somos hipócritas abortando a otros de nuestra vida, nuestro camino, nuestro corazón. Todos llevamos el estigma en el alma de haber abortado a alguien que nos estorbaba.